Si bien, el territorio jordano ofrece a los viajeros un sinfín de atracciones inimaginables, desde sus paisajes, construcciones antiguas o su maravillosa cultura, lo más popular de su belleza, comienza con el paseo por al cañón de Siq, de un kilómetro de largo y flanqueado por paredes de 80 metros de alto.
Un sitio producto de la fuerza tectónica del planeta, que fue habilitado alrededor del siglo I por los nabateos, para ingresar hasta Al-Khazneh, el conocido y emblemático “Tesoro de Petra”.
La gran fachada de 30 por 40 metros del Tesoro, el escenario tallado sobre la piedra rosada, por lo cual, recibe el nombre de “Ciudad Rosa”, del cañón para resguardar la tumba de un monarca nabateo, hoy objeto de admiración de millones de turistas que la visitan cada año.
Pero Jordania no sólo es Petra, también es el escenario de importantes capítulos de la Biblia, por lo que hoy en día está convertido en uno de los destinos religiosos más importantes del planeta.
Sobre todo porque desde allí, en el Monte Nebo, Moisés vio la Tierra Prometida y dado que los arqueólogos han demostrado que Jesús recibió el bautismo en la parte del Río Jordán que, como su nombre, le corresponde a este país.
Acá también está la oportunidad de acercarse al mundo de los beduinos, los guerreros del desierto Wadi Rum, quienes comandados por Lawrence de Arabia, expulsaron a los invasores turcos de su nación.
Y es, asimismo, la puerta de acceso al Mar Rojo, con sus arrecifes y sus aguas cristalinas, junto con la oportunidad de ver desde una playa, los límites de dos países tan diferentes como Egipto e Israel.
Vía: Excelsior
Imagen: Descubre Jordania