Cerca queda la Reserva Natural de Dibeen, una extensión de pinos de Alepo y robles que está considerada como un importante enclave de biodiversidad, donde se protege a 17 especies de animales en peligro de extinción. Es el lugar idóneo para tomar un picnic en compañía de familias jordanas que se acercan a esta pequeña reserva desde Amán para disfrutar de las bondades de la naturaleza salvaje.
Dana es una reserva natural de obligada visita para los amantes de la naturaleza. De imponente belleza, ofrece una amplia variedad de paisajes: montañas boscosas, laderas rocosas, dunas de arena y desiertos pedregosos. Los visitantes, además, tienen la oportunidad de conocer a los habitantes nativos de Dana, la amable y hospitalaria tribu de Ata’ta, que han habitado en este territorio durante los últimos 400 años. Abarca las preciosas ciudades de la montaña Rummana, las antiguas ruinas arqueológicas de Feynan, el poblado de Dana y los acantilados de arenisca de Wadi Ana.
El recorrido por las reservas naturales en Jordania lleva hasta el área protegida de Aqaba. De gran importancia por su flora y fauna marina, el golfo de Aqaba está situado en el noreste del Mar Rojo y es un destino único para los buceadores. Gracias a la ausencia de tormentas y las corrientes de agua templada, el lugar es ideal para el crecimiento de corales, pero además su diversidad natural se traduce en más de mil especies de peces, crustáceos y mamíferos que viven en los arrecifes que rodean el golfo.
Otro de los recorridos imperdibles es el celebérrimo Mar Muerto. A más de 400 metros por debajo del nivel del mar, el punto más bajo de la tierra, nadie puede resistirse a sumergirse en sus cálidas y saladas aguas, que contienen diez veces más de sodio que las del resto de los mares del mundo y son ricas en diversos minerales, y después a untarse el cuerpo con el lodo de sus fondos para comprobar el espectacular poder beneficioso para la piel. Será el mejor de los finales para este viaje por los espacios naturales de Jordania.