“Es un país pequeño pero grandes en aspiraciones”. Así define el Rey de Jordania, Abdullah II, su país. Con ciertas peculiaridades sin las cuales es difícil entender la situación actual. Aunque sea un territorio relativamente pequeño, Jordania tiene una gran importancia geoestratégica y ha ejercido el papel de centro de seguridad en una región muy volátil desde hace muchos años. Su estabilidad es de vital importancia para Occidente y los países árabes del Golfo, que invierten en la zona grandes sumas de ayuda financiera y técnica. Sería mucho más costoso para la comunidad internacional la desestabilización del reino fronterizo con Arabia Saudita, Iraq, Siria, Egipto, Israel y Palestina.
Jordania tiene un considerable efecto arrastre en una región con muchos recursos. Tanto por la posición geográfica, está rodeada de 140 millones de personas; como por su relativa estabilidad. Además, tiene un sistema financiero y unas infraestructuras que le conectan con los países del entorno. Elementos que afianzan su papel como plataforma en la región, sobre todo en el sector servicios.
También goza de elementos saludables para crecer, a pesar de tener importantes retos encima de la mesa. Como la situación regional, el paro, la corrupción y el déficit fiscal, que son las principales amenazas a su delicado equilibrio.
Desde su ascenso al trono en 1999, el Rey Abdullah ha puesto en marcha importantes reformas económicas. Entre ellas, la liberalización del comercio; la privatización de empresas y servicios; y la eliminación de los subsidios de los combustibles. Esta apertura ha tenido un relativo éxito al estimular el crecimiento mediante la atracción de inversión extranjera y la creación de puestos de trabajo. Incluso en medio de la recesión mundial, la economía de Jordania creció en 2011 el 4,5%. Una cifra que aún es insuficiente. Las protestas laborales diarias han aumentado y la tasa de desempleo del 25% muestra que el crecimiento no satisface los retos sociales.
Vía: Economía Digital
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