También conocida localmente como “Jerash”, este territorio abarca lo que en la antigüedad fue una de las antiguas localidades de la denominada “Decápolis”, con su mayor atractivo turístico que sin dudas son sus ruinas, que representan a las imperiales ciudades romanas en las que se fijaron los arquitectos a la hora de levantar los recintos. Lo interesante del caso es que, dentro de todo el Próximo Oriente, es uno de los sitios donde mejor se mantiene.
Este espacio se encuentra ubicado más concretamente en la región de Gilead, al noroeste de Jordania, y algunas excavaciones realizadas en las últimas décadas demuestran que el lugar ya estaba habitado incluso durante la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, es decir, hace unos 2.500 años, aunque los primeros escritos al respecto figuran recién una vez que la ciudad fue anexada a la provincia romana de Siria, en el 63 a. C.
Más de 100 años después, se incorporó a la provincia de Arabia, que incluía la ciudad de Filadelfia o ahora conocida como Ammán, momento desde el cual comenzó el auge de la región, ya que sus habitantes se dedicaron a actividades que les daban ganancias más allá de sus necesidades. En un momento, rodeada de los muros que la protegían, la localidad llegó a tener una superficie de más de 800.000 metros cuadrados.
Al realizar una visita al lugar, los expertos recomiendan recorrer sobre todos los muchos monumentos que aún se mantienen en pie, como por ejemplo el llamado Arco de Adriano, el circo, los templos dedicados a Zeus y Ártemis, el Foro, una larga avenida columnada, el gran Teatro del Sur y el pequeño Teatro del Norte, y demás.