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Es comprensible que sea Petra una de las maravillas del mundo. Cualquier viajero que se enfrente al castillo permanece perplejo ante su imponencia. Viene sucediendo lo mismo desde hace dos mil años. El castillo es, en realidad, un templo funerario que conservaba en las alturas la tumba del Rey Aretas IV, pero albergara o no un tesoro, su estilo grecorromana con influencia babilónica tenía como finalidad representar la magnificencia del pueblo nabateo, su fuerza económica y social en una ciudad clave para el comercio de la península arábiga, camino al Mediterráneo.

Los romanos, que para entonces ya habían conquistado Egipto y Siria, no podían dominar Petra. La ciudad era una fortaleza natural. Pero para disuadir el poder nabateo, instalados en Petra desde VI aC., los romanos crearon una ciudad “paralela”: desviaron el camino principal de las caravanas y erosionaron a Petra desde el plano comercial.

En el año 106, según las hipótesis más confiables, el emperador romano Trajano ingresó a la ciudad (se calculaba que tenía alrededor de 10 mil habitantes), supuestamente asociado a los nabateos. No se encontraron pruebas de conflicto militar. De ahí en más, los locales continuaron manejando el comercio y protegiendo las caravanas, mientras que el poder político quedó bajo dominio romano. Entonces, los dromedarios utilizados como transporte por los nabateos empezaron a compartir el espacio con los carros a rueda de los romanos. La calzada de arenisca y polvo fue reemplazada por rocas. Hoy, el viajero puede recorrer las ruinas de Petra haciendo uso de aquella alianza: en el camello arábigo o en los carruajes romanos.

A partir de Trajano, la ciudad creció en longitud, amplió sus caminos y construyó un monasterio en las alturas, al que se accede tras una caminata de casi una hora, 850 escalones. Es otro de los paseos imperdibles. Petra se puede visitar en una o dos jornadas. Ofrece santuarios, monumentos, anfiteatros, templos, estatuas de dioses y casas romanas-nabateas, clavados en el corazón de montañas que cambian sus colores según la luz del sol. Un espectáculo que emociona.

Con el paso de los siglos, en el largo tiempo bizantino, Petra fue perdiendo importancia. Azotada por inundaciones y terremotos, decayó su peso comercial y dejó de ser paso de peregrinaciones para La Meca. Fue olvidada.

En 1812, el explorador suizo Johan Buchard la redescubrió para Occidente. Es difícil de creer que Petra estuviera habitada por beduinos en antiguas casas romanas hasta 1985, cuando fue declarada Patrimonio de la Humanidad. Para el resto, para su difusión mundial, colaboró “Indiana Jones”, que mostró la fachada del tesoro oculto que hoy visitan 3 millones de turistas por año.

Vía: Clarin
Imagen: Revista Líderes

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